Hay días o épocas en que sientes que la maternidad te enreda y puedes sentirte atrapada como si estuvieses en una telaraña.
Sentir una sensación de cansancio extremo hasta llegar al agotamiento, necesitar dormir y descansar, noches movidas que te hacen levantar arrastrandote.
Darte cuenta que no dispones de tiempo y ni espacio físico para ti, vas al baño con l@s niñ@s, comes y duermes con ell@s, estàs 24/7 o tienes que conciliar l@s hij@s con el trabajo y la casa….
Ya no es solo combatir con el cansancio físico si no también con el psicològico después de estar todo el día lidiando con los niñ@s, la casa y el trabajo. Hay momentos que sientes como si tu cabeza no pensara, únicamente notas como si se encontrara en modo piloto automático, con, a veces, la mirada perdida y sin pensar nada.
Necesitar intimidad propia y con la pareja, soñar con unos minutos juntos, para hablar sin interrupciones, para intimar, para mirar un capítulo, para estar en silencio, para siestas tranquilas o dormir sin patadas…
Muchas veces no es culpa de nadie, si no que se llega a dar todo para que la familia, la casa y la faena estén bien y se entra en bucle (hij@s, casa, trabajo…). De mientras una misma se olvida y se conforma con cualquier cosa.

Pienso que es muy importante disponer de un tiempo y espacio para los progenitores, para cuidarse y recargar energía. “Son solo 5 minutos al dia” te dicen, pero cuando te encuentras colapsada y agotada, te resuena a una eternidad. “¿De dónde encuentro yo 5 minutos al día?” y están ahí, pero solo falta valorar esos minutos para una misma y encontrar ese momento ideal.
Algunas mamás dicen que solo se ven reflejadas en el espejo cuando lo limpian, que hace años que no van al fisoterapeuta aunque les duele muchísimo la espalda,…
Lo podríamos etiquetar de muchas maneras como síndrome de burnout, o cansancio extremo, o agotamiento,…, pero pienso que es muy importante que la maternidad se comparta con la pareja, con otras maternidades y con un entorno de confianza, para encontrar un apoyo y no sentirse sola o, también, buscar un profesional que sepa valorar la situación.
Hablo de esto, no para meter a la hoguera a nadie, ya que se tiene que tener en cuenta que cada mamá i/o papá gestiona a su manera sus emociones, que hay quién puede sobrellevar mejor o peor la crianza y que en cada casa es un mundo. Juzgar cómo se sienten o ignorar hacen sentir peor.
Vuelvo con mi palabra màgica: “empatizar”, si empatizamos con esa mamá o papá, les escuchamos y validamos sus emociones y si además nos es posible regalarles pequeños ratitos para hablar, para que se puedan duchar, para que puedan hacer una siesta, para que puedan ir a la peluquería, para estar un ratito en pareja,… Seguro que la cara les cambia por completo.
¿Te has sentido alguna vez así?