El otro dia, hablando con una mamá, me hizo recordar las veces que le lloré a mi periné.
Recuerdo mi llegada a casa después de mi primer parto, tenía los brazos llenos de amor, però estaba rota por dentro. Sentía dolor en mi vagina, la cual se había estirado, dilatado y adaptado a la salida de mi bebé, pero también la habían cortado, desgarrado y suturado. Un periné que también llegaba a casa roto y llorando.
Siempre había oído que los partos vaginales tienden a una mejor recuperación, pero cuando una lleva muchos puntos de sutura, pienso que es diferente.
Recuerdo sentirme muy feliz por la llegada de mi hijo, pero agujereada y vaciada, con la necesidad de llorar ese dolor constante de cada uno de los puntos que me cosían. Mi vagina no estaba en su mejor momento, no reconocía la vulva al tocarla y parte de mi atención se enfocaba en milimetrar cada uno de mis movimientos, evitar toser o estornudar, con miedo al dolor para ir al baño y al escozor al miccionar,… Con unas compresas enormes que, no sólo recogían los loquios, sinó también la orina que era incapaz de retener. Me recuerdo preocupada por si todo volvería a la normalidad.
En algunos momentos te sientes sola y silenciada. Sales del hospital con poco acompañamiento e información de si ese dolor es normal y como irá evolucionando. También el entorno puede normalizarlo ya que lo consideran normal por haber parido vaginalmente. Hasta en algunos momentos observas que tienden a evitar o les incomoda que hables de ello.
Intentas mostrarte todo lo fuerte que puedes, ya que ahora hay una personita que depende de ti y también és lo que el entorno espera de ti, pero el dolor está por dentro, impidiendo, a veces, encontrar la tranquilidad que necesitas para iniciarte como mamá. Hay momentos duros, en que necesitas llorar, te sientes abrumada por todas esas emociones y sensaciones nuevas de la maternidad, pero también resentida por tu estado físico y por cómo fué el nacimiento de tu hijo.
A veces estas heridas se alargan en el tiempo y hace falta de una ayuda profesional para poder sanar psicológicamente y físicamente todo lo que sucedió allí abajo. Acordándose de honrar a nuestra vagina, abrazarla y cuidarla.
Seguramente hay palabras que también resuenan en esas mamás que han sufrido una cesárea, siento no hablar de vosotras, ya que en este momento me fijo en la vivencia de una intervención más vaginal. Pero estaré encantada si quieres contarme qual fueron tus emociones y sensaciones después de tu cesárea.
Muchas gracias por leerme
Anna Bermudo (@maternitat_emocionada)